¿Rescate humanitario o negocio opaco?. Yo crecí oyendo contar las historias de apagón: cómo, de niña en Mi natal Santa Clara , tenía que madrugar para encender el fogón y preparar la comida antes de que llegara “la luz”; o cómo, de adolescente, me dormía con el ventilador a medias porque no podíamos arriesgarnos a que en la madrugada cortaran todo. Hoy Cuba está otra vez sumida en esos apagones larguísimos —de 8, 10, 12 horas—, y el drama se vuelve tragedia diaria en cada barrio, en cada casa, en cada cuba de agua que no puede bombearse. Y mientras eso pasa, nuestros hermanos al sur, en México, están enviando a la isla petróleo y derivados por 3 mil millones de dólares en apenas cuatro meses. Una cifra que hiela, cuando la materia prima que utilizamos para cocinar, alumbrar o hacer funcionar una máquina sigue siendo escasa en la tierra que nos vio nacer.

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El envío récord (y sospechoso)
La investigación de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) reveló algo que muchos sospechaban pero pocos habían documentado con tanta contundencia: entre mayo y agosto de 2025, México despachó 55 embarques desde refinerías de Veracruz y Tampico con destino a puertos cubanos como La Habana, Moa o Cienfuegos. Los cargamentos comprenden crudo y productos refinados (incluyendo diésel, gasolina, turbosina).
Y lo más polémico: uno de esos buques empleados es el “Sandino”, sancionado por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC, EE. UU.) por transportar crudo venezolano a Cuba. MCCI documenta que volvió a usarse en estos envíos México-Cuba. Del lado mexicano se invoca una filial llamada Gasolinas Bienestar, creada en 2022, como canal para estos envíos. En Cuba, los envíos son recibidos por Coreydan S.A., asociada al sistema petrolero estatal.
Lo que hace aún más inquietante este flujo es que Pemex, la gran petrolera nacional, registra que entre 2023–2024 sus exportaciones a Cuba sumaron solo 1 mil millones de USD. Lo que vemos ahora no parece ya comercio normal, sino una operación política con densos matices. Para dar una idea del salto: solo en julio y agosto los investigadores hallaron 19 envíos cuyo valor conjunto supera los 2 mil millones.
¿Quién paga esta fiesta energética?.México, con pérdidas en Pemex.
Cuando uno lee esos números, puede pensar: “¡Esto es lo que Cuba necesita para remontar los apagones!” Pero no, así no funcionan las cosas. Porque ese combustible regalado —o entregado con condiciones preferenciales— tiene un costo real y profundo para México. Según MCCI, Gasolinas Bienestar ha acumulado pérdidas netas y un endeudamiento de más de 5 mil millones de pesos, monto directamente comparable al valor del combustible enviado.
Pemex, por su lado, ya está en su peor momento financiero: deudas crecientes, caída en la producción, inversiones que no dan retorno. ¿Qué significa que una parte de su producción sea drenada hacia Cuba bajo condiciones opacas?. Que el costo lo pagamos todos los mexicanos, con recursos públicos que podrían ir a salud, educación, infraestructura.
Además, hay opacidad. MCCI subraya que los envíos recientes “no parecen corresponder a transacciones comerciales normales”. Y hay otro detalle: usar barcos sancionados como el Sandino es, cuando menos, jugar con fuego diplomático. México podría caer en contradicción con leyes estadounidenses si esas operaciones se consideran violaciones de sanciones.

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Mientras, Cuba arde en penumbras
Para nosotros, los cubanos, esto duele doble. Porque el combustible puede estar “entrando”, pero los apagones siguen. En barrios de Santiago, Guantánamo o Artemisa, el corte es cruel: al amanecer ya no llega electricidad, al mediodía se va por horas, en la noche pende de un hilo.
¿De qué sirve que México mande barcos llenos si las subestaciones siguen sin mantenimiento, las piezas escasean y las redes colapsan?. El sistema eléctrico cubano lleva años de abandono y deterioro. Hay generación que no funciona, plantas térmicas sin mantenimiento, piezas que llevan décadas rotas.
En La Habana, una vecina me contaba el otro día:
“Ay, yo apago los focos antes de que venga la luz. Porque cuando vuelve, el cable cruje, se apaga otra vez. A veces ni la radio puedo tener encendida.”
Ese es el paisaje de muchos hogares: sobrevivir en la penumbra, rezar para que no haya un golpe más.
Y mientras tanto, en Miami, Hialeah, Tampa, Madrid o Barcelona, la diáspora sigue la cuenta: un tuit, un repost, una indignación compartida. Gente que recuerda cubanas y cubanos cruzando la quinta avenida para comprar linternas o focos LED, mientras envía dólares, memes, abrazos digitales.
Muchos dicen: “Qué bueno que México mande, pero que mande pa’ arreglar la luz aquí, no solo a quien lo necesita políticamente.” Otros lanzan: “¡Solidaridad sí, compadreo no!”
México juega con dos tableros
Desde la perspectiva de México, esta operación tiene varios sentidos:
- Influencia diplomática: reactivar lazos con Cuba, colocarse como aliado clave en Latinoamérica, proyectar una política “solidaria del sur”.
- Estrategia geopolítica: en un mundo polarizado, ganar aliados cercanos puede pesar en foros multilaterales.
- Política interior: mostrar gestos de “ayuda” hacia un país hermano puede tener réditos simbólicos para ciertos sectores del electorado latinoamericano.
Pero todo eso conlleva riesgos:
- Riesgo financiero interno: usar recursos que podrían destinarse a urgencias domésticas, cuando México tiene rezagos graves en salud, seguridad, infraestructura, educación.
- Riesgo legal y diplomático: usar barcos sancionados, acuerdos opacos, posibles sanciones externas.
- Riesgo reputacional: si esos recursos no se traducen en mejora real para la población cubana, el gesto se verá como marketing político, no ayuda genuina.

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AKubaa ve el cubano detrás del barco
Desde AKubaa no nos tragamos el cuento del “fracaso luminoso”: sabemos que detrás de cada barco que zarpa hay una familia que depende de que un foco prenda en su cocina; un estudiante que necesita internet y luz para estudiar; un niño que hará su tarea a media claridad.
Vemos el contraste doloroso: en La Habana puede haber oscuridad total de noche, pero en Facebook se ve el anuncio del cargamento que “salió hacia Cuba”. Ese contraste nos quema como sal en la herida.
Además, en nuestra comunidad en Miami o Hialeah, muchos nos preguntan: ¿por qué México lo hace en secreto? .¿Por qué no vemos una factura clara? .¿Quién verifica el destino real?. Esa exigencia de transparencia, ese reclamo de derecho a saber, es voz del pueblo cubano también.
Y hay que decirlo: mandar petróleo no vale si no va acompañado de reformas reales al sistema eléctrico cubano: inversiones, mantenimiento, apertura a la iniciativa privada, modernización de redes, un plan de largo plazo que no dependa únicamente de la voluntad de un gobierno extranjero.
Conclusión: luz para Cuba, pero ¿a qué precio?
En estos momentos, México le está tendiendo un cable a Cuba: petróleo gratis o subsidiado, barcos cargados que cruzan el Golfo rumbo a La Habana. Pero ese cable tiene fugas: está lleno de interrogantes, riesgos y costos. Y lo más doloroso, no garantiza que la luz vuelva a casa.
¿Es esto solidaridad o una estrategia política disfrazada?. ¿Estamos siendo parte del rescate de un régimen o cómplices de una operación energética que paga el pueblo mexicano y cubano al mismo tiempo?.
Te invito, lector y oyente de AKubaa, a dejar tu voz en el debate:
- ¿Crees que México debería seguir mandando ese combustible, pero exigir condiciones claras y auditoría pública?
- ¿O piensas que no debería usarse un solo peso para sostener una política energética externa cuando hay apagones en México mismo?
- Y tú, desde Miami, desde España, desde Hialeah, ¿qué opinas de que tu país de adopción participe en esta trama?

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