Por Karla Molina
Hay algo en el sonido del dólar subiendo que ya se ha vuelto parte de la banda sonora de la vida cubana. No importa si vives en Centro Habana o en Hialeah: cada vez que el verde se dispara, el eco se siente como un golpe seco en el pecho de millones de familias.Hoy, otra vez, el dólar y el euro se disparan sin freno. Y no es una simple cifra en un gráfico: es el precio del café de la esquina, del jabón que no aparece, del pasaje que sube, del sueño que se aleja.

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La calle no miente: el peso no vale lo que dicen
“En la calle están pagando el dólar a 450, lo vi hoy, nadie me lo contó”, decía un usuario en Telegram, entre memes y quejas. Otro respondía con ironía: “Bonitas palabras las del noticiero, pero la realidad está en Revolico”. Esa frase resume la crisis de confianza que atraviesa la economía cubana. Porque mientras los medios oficiales repiten que el peso cubano se estabiliza, el cubano de a pie sabe que cada día su billete vale menos. El mercado informal de divisas se ha convertido en el verdadero termómetro del país. Ahí se siente el pulso real: el dólar a 420, el euro a 455, y subiendo.
Yo no necesito gráficos del Banco Central para saberlo. Basta con mirar los grupos de compraventa, los mensajes en Signal, o ese amigo que cambia dólares “para una compra rápida”. El mercado paralelo es la esquina donde se cruzan la necesidad, la desconfianza y la supervivencia.

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El espejismo del control
En los últimos días, el gobierno lanzó una campaña contra El Toque, intentando desacreditar su tasa diaria, como si la culpa de la devaluación fuera del mensajero.
Pero lo que no dicen en los noticieros es que la economía real no se sostiene con decretos ni discursos. El peso no cae porque alguien publique una cifra: cae porque no hay confianza, porque no hay respaldo productivo, y porque cada peso en circulación persigue una divisa que no aparece.
Intentar silenciar a El Toque es como tapar el sol con un billete de cien. Y la gente lo sabe. “Eso es pura ficción, como los apagones que dicen que duran dos horas y se van en ocho”, bromea una joven en Marianao.
El problema no es el medio, ni siquiera el dólar: es el valor real del peso cubano, ese papel que cada día compra menos pan, menos aceite, menos esperanza.
Cuando el mercado informal dicta la verdad
En Cuba, hablar de “mercado informal” suena casi prohibido, pero es el único que funciona con lógica. Ahí el valor del dólar se define por la escasez y el miedo. Cuando la gente no confía en el sistema bancario, cuando las remesas no fluyen, cuando la inflación devora los salarios… el dólar se convierte en un refugio.
Y no, no se trata de “ataques económicos externos”. Es un reflejo interno: el cubano de a pie se ha vuelto economista por necesidad. Aprende rápido a leer entre líneas, a calcular el cambio del día, a entender que la tasa real no la da el Banco Central, sino el “chat de confianza”.
En AKubaa, hemos visto cómo el fenómeno se repite con precisión matemática:
| Fecha | Dólar (CUP) | Euro (CUP) | Comentario popular |
|---|---|---|---|
| 25 oct 2025 | 405 | 440 | “Parece que baja” |
| 1 nov 2025 | 415 | 450 | “Ya empezó otra vez” |
| 9 nov 2025 | 420 | 455 | “Esto va pa’ largo” |
Lo llamen como lo llamen, la verdad está ahí: cada peso vale menos y cada divisa se vende más cara, porque la gente ya no cree en los anuncios de estabilidad.

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Desde Miami hasta Guantánamo: una misma angustia
En Hialeah, los cubanos que mandan dinero a su familia en la isla lo sienten de primera mano. “Cada vez que mando 100 dólares, me parte el alma saber que allá apenas alcanza para tres bolsas de comida”, me dijo una lectora desde Miami Lakes.
En España y México, los emigrados calculan con cuidado cada envío. En Tampa, otros se organizan en grupos para mandar remesas conjuntas, buscando mejor tasa en la calle.
Y en Cuba, quienes reciben esos dólares se debaten entre guardarlos “por si acaso” o venderlos al mejor postor del barrio.
El dólar en Cuba no es solo una moneda: es una medida de fe, una brújula emocional. Cuando sube, sube la ansiedad colectiva; cuando baja, todos sospechan que es una trampa.
El ciclo que se repite
Cada cierto tiempo, el gobierno anuncia medidas, sube tarifas, promete estabilidad o lanza campañas para “ordenar el mercado cambiario”. Pero la historia se repite:
- Suben los precios en MLC.
- Escasean los productos básicos.
- El cubano busca dólares como tabla de salvación.
- La tasa informal se dispara.
Es un círculo que ya no sorprende, pero sigue doliendo. Porque detrás de cada cifra hay un plato vacío, una llamada a Miami, un paquete que no llega o un pasaje que se posterga.
La realidad es que la economía cubana depende de divisas extranjeras para todo, desde importar combustible hasta comprar arroz. Pero esas divisas no entran por los canales formales: entran por las remesas, por el mercado negro, por la creatividad diaria de un pueblo que no se rinde.

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La visión de AKubaa: el dinero como espejo social
En AKubaa no hablamos solo de números. Hablamos de lo que el dinero revela sobre nuestra identidad.
La subida del dólar y el euro muestra más que un desbalance económico: refleja la falta de confianza en las instituciones, el cansancio de un pueblo y la creatividad con que sobrevivimos a diario.
En Cuba, el valor de una moneda no se mide solo en papel, sino en resiliencia, en la capacidad de “resolver” cuando todo se derrumba.
Y si algo ha demostrado este pueblo, dentro y fuera de la isla, es que sabemos reinventarnos: desde el que vende pan con croqueta en un portal de Marianao hasta el que programa apps desde Madrid para enviar remesas a su abuela en Holguín.
La voz del pueblo: economía de la sobrevivencia
En los grupos de compra y venta abundan frases que valen más que cualquier informe económico:
“Aquí no hay ahorro, solo resistencia.”
“El peso no baja, lo que baja es la fe.”
“Yo ya no compro dólares, compro tranquilidad.”
Esa es la verdadera crónica de un país donde el dinero cambia de valor, pero la dignidad sigue siendo la única moneda estable.
¿Qué nos espera?
El dólar seguirá marcando el ritmo de los días, como un metrónomo que mide el pulso de la crisis cubana. Mientras no exista una economía real que produzca, mientras la confianza siga rota, ninguna tasa oficial logrará detener lo inevitable: la fuga del peso hacia la irrelevancia.
La pregunta no es si el dólar seguirá subiendo, sino hasta cuándo el pueblo seguirá aguantando sin una reforma que toque la raíz del problema.
Y tú, ¿cómo vives esta subida del dólar? . ¿Te afecta desde la isla, o desde fuera, mirando cómo tu dinero vale menos cada día?.

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