Euro y dólar rompen techos: el mercado informal cubano en un nuevo récord.

Euro y dólar rompen techos: el mercado informal cubano en un nuevo récord.

Cuando amanece el miércoles en La Habana —o en Matanzas, en Santa Clara , o en cualquier cuadra de Cuba— se enciende un rumor: “¿a cómo está el euro?”. Porque en esta isla donde la escasez es espíritu y la crisis es rutina, la divisa extranjera es especie de barómetro emocional del día.

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Hoy 8 de octubre de 2025, ese barómetro marca récords históricos. El mercado cambiario informal —esa arteria paralela que late bajo el frío pulso de la economía oficial— se mantiene firme. El euro ronda 505 pesos cubanos según el monitoreo de elTOQUE.  El dólar estadounidense, por su parte, se aferra a 450 CUP, igualando su máximo histórico.  La MLC, esa moneda de uso restringido pero omnipresente en tiendas digitales, sigue sin moverse: 210 CUP.  Este escenario no es un pulso aislado: es un grito de la realidad cubana, que exige leerse con los ojos del pueblo.


Un pulso que no cede

Que hoy el euro y el dólar sostengan sus precios récords en el mercado informal no es dato menor: es síntoma. Significa que la demanda no se cansó, que la oferta sigue menguada, que la especulación y el miedo al peso abundan.

En los grupos de compraventa en redes sociales hablas con la voz del pueblo: “Tengo que entregar 505 CUP por un euro porque no quiero que mis ahorros se achiquen”, dice un usuario de La Lisa. “Si no lo cambio ahora, mañana me quedo sin nada”, replica otro en Santiago. Esa es la lógica del cubano encerrado en la asfixia económica.

La brecha entre dólar y euro sigue siendo de 55 pesos, una distancia que parece conservarse como una vieja etiqueta de precios. En operaciones grandes, donde se juegan miles de euros, el euro sigue siendo rey: se usa para pagar envíos a Europa, cubrir obligaciones con empresas españolas, mandar remesas desde Madrid o Barcelona. Ahí sí conviene la moneda fuerte frente al dólar, más volátil en la percepción.

Mientras tanto, otras divisas también acompañan la fiesta de máximos: la libra esterlina sube, el dólar canadiense baja, el peso mexicano oscila, y en lo digital el dólar Zelle y el dólar clásico (CLA) también escalan. Es que no hay tregua: todo canal se suma al concierto de la devaluación.

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El contexto que empuja las cifras

No se entiende este repunte sin mirar alrededor: apagones diarios, escasez de combustible, caída de la capacidad productiva, cadenas logísticas rotas, déficit energético. Esa tormenta orquesta la fuga hacia las divisas, ese refugio que el peso ya no protege.

Los salarios, las pensiones, los ingresos en CUP son ramas secas bajo estos vientos. Cuando alguien te ofrece euros o dólares, lo tratas como una caricia al bolsillo herido. En la diáspora, eso lo saben bien: en Miami, Hialeah, Tampa, España, México, entre émulos que mandan remesas, ese pedazo de moneda que cruza el mar tiene un valor emocional antes que comercial.

Un cubano en La Habana no solo cambia pesos: cambia expectativas, cambia urgencias, cambia vida. Y sus decisiones en esos grupos de compraventa revelan más que números: revelan desconfianza, precariedad, supervivencia.


¿Por qué el gobierno no mete mano?

Porque reconocer estos precios sería aceptar la derrota del peso, admitir que su propia tasa oficial es un espejismo. En 2024 se hablaba de un sistema cambiario flotante, que “cerraría la brecha” entre mercado oficial e informal. Pero el tiempo pasó, y ese proyecto sigue como promesa hueca.

Para que ese plan funcione, tendría que partir de tasas cercanas a la llamada Tasa Representativa del Mercado Informal (TRMI) —esa que calculan medios como elTOQUE con algoritmos que filtran ofertas reales en redes sociales. Pero aceptar eso significaría revaluar el sistema estatal, rediseñar precios, cambiar políticas fiscales, abrir cajas negras. Todo eso exige coraje político, algo que no parece estar en abundancia.


Ejemplos que duelen en la calle

  • En Guanabo, una madre llamada María cambió 500 dólares para pagarle un tratamiento médico: ese billete equivale ahora a 225 000 CUP.
  • En Cienfuegos, un joven compró 100 euros para pagar contraseñas en sitios europeos: tuvo que poner 50 500 CUPsobre la mesa.
  • En Estados Unidos, alguien envía 200 USD desde Hialeah: el receptor en Cuba recibe en efectivo un equivalente de 90 000 CUP.
  • En España, un emigrante que envía 300 EUR ve que sus familiares en Cuba pueden venderlos a 151 500 CUP si encuentran comprador, pero sufrirán comisiones, riesgos, cortes de comunicación.

Estos ejemplos no son historias extraordinarias: son retratos del día a día cubano, donde cada centavo importa y cada peso sufre una erosión invisible.


La voz del pueblo cubano

“No sé si este mes me da para dos comidas, pero sé que si no cambio mis euros, mañana me cuesta más.”
“Cuando me pagan en moneda fuerte, guardo en la alcancía y así me siento protegida.”
“Si en vez de euro me dan CUP, me lo pienso dos veces… eso de confiar en el peso ya pasó.”

Estas frases emergen de foros, de chats de WhatsApp, de discusiones callejeras. No son antaño, no son conspiraciones: son la voz del bolsillo desangrado.


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Visión crítica de AKubaa

Desde AKubaa creemos que este nuevo récord no es solo un dato coyuntural: es un voto de condena al modelo monetario vigente. Aquí no se está luchando contra el dólar o el euro: se lucha contra la erosión del valor del peso, contra el desfase entre la economía formal y la economía negra, contra la ilusión de que el Estado puede mantener tasas artificiales frente al pulso real del ciudadano.

No es suficiente culpar al bloqueo, ni hablar de conspiraciones externas. Hay decisiones internas: no se ha diseñado un sistema de cambio integral, no se ha protegido la producción nacional, no se han abierto puertas al sector privado para generar oferta genuina de divisas. Y mientras tanto, la calle dicta sus precios.

Nuestra apuesta: que AKubaa sea espacio donde esos precios no sean números fríos, sino lecciones vivas. Aquí no solo informamos tasas: las ponemos en contexto humano, casos reales, diáspora conectada, Memoria cubana que no olvida la urgencia.


¿Qué nos espera —y qué hacer?

Si no se interviene con rapidez, esta tendencia podría prolongarse todo octubre (o más). Salarios y pensiones seguirán perdiendo poder adquisitivo. El dólar y el euro serán más que divisas: serán balas contra el peso. Y la brecha entre lo oficial y lo informal seguirá campeando molesta.

Pero: ¿qué se necesita?

  1. Transparencia en el diseño del sistema cambiario, aceptando que el mercado informal ya marca una referencia.
  2. Políticas que estimulen la generación de divisas genuinas: exportaciones, turismo, iniciativa privada.
  3. Protección a los más vulnerables para que no paguen con hambre la devaluación.
  4. Participación ciudadana —o al menos espacios críticos— para que no sean decisiones desde una torre inaccesible.

Conclusión: ¿Puerto seguro acaso existe?

Este récord del euro y del dólar no es simplemente un dato económico. Es una grieta en la narrativa oficial. La economía cubana late con más intensidad que nunca en los grupos de WhatsApp, en los ojos del campesino y en las remesas de Miami, España, México.

¿Hasta cuándo durará esta tensión? .¿Qué sucede cuando el récord se vuelve rutina y ya no destaca como noticia sino como norma?. ¿Tendrá el Estado valor para seguir el pulso de la calle o seguirá lanzando espejismos?.

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Te invito a que dejes tu voz aquí, en AKubaa: comenta abajo, comparte en tus redes, únete al debate. ¿Cómo ves este récord —como alarma, como colapso, como herencia? .Y tú que estás en Miami, Hialeah, Tampa, España, México: ¿qué impacto percibes allá con los precios que manda tu envío?.

Este no es solo artículo: es puño al aire. Con “picante, con corazón y con calle”. ¿Te unes a la conversación?.

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