Cuando un país vive pendiente de un número: la reforma monetaria vuelve a esperar en Cuba.

Cuando un país vive pendiente de un número: la reforma monetaria vuelve a esperar en Cuba.

Hay días en los que uno siente que Cuba entera respira al ritmo de un simple número: la tasa de cambio. Y hoy, 13 de noviembre de 2025, ese número volvió a volverse humo. Otra vez la reforma monetaria en Cuba queda pospuesta. Otra vez la famosa tasa de cambio flotante se queda en el aire. Otra vez el país mira el calendario y descubre que la economía nacional funciona como un reloj sin manecillas: siempre es hora de esperar.

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Lo digo en primera persona porque esto no es un reporte frío. Es una experiencia colectiva. Un cansancio de años. La sensación repetida —y confesada en voz baja en la cola del pan, en un Uber rumbo a Hialeah, en un audio de WhatsApp desde España— de que vivimos en un ciclo donde las promesas caminan más rápido que los resultados.


La noticia que llegó sin sorprender a nadie

Los medios oficiales anunciaron hoy que el gran Programa Económico del Gobierno no se implementará en 2025 como se había dicho. En cambio, se abrirá al “debate político” entre noviembre y diciembre… y hasta enero de 2026. Suena democrático. En teoría. Pero sabemos lo que significa esa frase en la práctica: tiempo muertopausa forzadanueva postergación.

El PCC revisará, discutirá, procesará, ajustará. Todo muy cuidadoso. Muy lento. Muy a la cubana. Mientras tanto, la esperada tasa de cambio única —esa reforma que muchos esperaban para finales de 2025— entra en modo “no es ahora”.

Porque sí: el Gobierno había anunciado que este programa reorganizaría el sistema cambiario, fortalecería empresas, y pondría fin a la distorsión económica que ha marcado la vida de los cubanos por años. Pero hoy quedó claro que no. No este mes. No este año. No todavía. Y el país, que ya conoce este ritmo, hizo lo mismo de siempre: suspiró y siguió.


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El efecto dominó que nadie quiere admitir

Las reformas no llegan. La tasa no aparece. Y mientras tanto, el euro y el dólar siguen subiendo en el mercado informal cubano como globos sueltos en el Malecón. Te lo dicen los números del Toque. Te lo confirma cualquier familia de Centro Habana con un primo en Tampa. Te lo ratifica el trabajador por cuenta propia que necesita comprar harina, aceite o piezas para reparar una moto eléctrica.

La economía cubana funciona con divisas reales, no con intenciones. Por eso cada aplazamiento genera lo mismo: incertidumbreparálisiscauteladesconfianza. Un emprendedor en La Habana me dijo hace dos días:

“¿Cómo invierto si mañana el dólar se dispara?. ¿Cómo planifico si no sé cuál es la tasa oficial y cuál será la nueva?”

Una enfermera cubana recién llegada a Miami, todavía con la maleta sin deshacer, me comentó:

“Allá uno vive chequeando el dólar más que el pronóstico del tiempo.”

Y un chofer de Uber aquí, en Hialeah, se rió y me soltó:

“Mijita, en Cuba la vida entera es flotante. Lo único fijo es esperar.”


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Un país entero viviendo en pausa

La palabra pausa es peligrosa cuando describe a un Estado. La pausa implica que algo está detenido. Que se está dejando para después. Que el futuro no se decide hoy. Y Cuba está en pausa económica desde hace tanto que ya la inmovilidad parece parte de la cultura. Los debates prolongados —esos que prometen consenso pero terminan siendo aplazamientos maquillados— son parte del problema, no de la solución.

La revisión del programa económico tiene un objetivo declarado: “recoger criterios, validar propuestas y asegurar consenso político”. Suena bien. Suena correcto. Pero en la vida real la gente no come consensos, ni importa comida con criterios, ni llena el tanque de la moto con propuestas.

Lo que se necesita son cambios concretos y fechas claras. Pero por ahora, lo único claro es que no habrá reforma monetaria sustancial antes de 2026.


La vida real sigue, aunque la economía no avance

Mientras el PCC debate en reuniones cerradas:

  • La termoeléctrica Guiteras regresa, pero “a media máquina”.
  • Los vuelos nacionales vuelven a despegar desde Santiago tras el paso del huracán Melissa.
  • La gente lucha por conseguir cigarros, azúcar o mortadella en la canasta básica.
  • Los cajeros ahora requieren reservar turnos por Ticket.
  • La inflación se come el salario sin pedir permiso.

Y los cubanos siguen llenando maletas rumbo a Cancún, Managua, Panamá, Madrid, o al pequeño aeropuerto de Santa Clara cuando llega un vuelo charter desde Miami cargado de nostalgia, esperanza y paquetes. Porque aunque la economía oficial esté en pausa, la economía real no sabe parar.


¿Qué significa este nuevo atraso para los cubanos dentro y fuera de la isla?

1. Más incertidumbre para los emprendedores y actores económicos

La falta de una tasa unificada complica la evaluación de costos, la planificación y cualquier intento de inversión local.

2. Mayor presión sobre el mercado informal

Sin una referencia oficial clara, el mercado paralelo seguirá siendo el termómetro real de la economía.

3. Más emigración

La gente no emigra por capricho. Emigra porque la estabilidad económica se volvió una quimera. Y con cada aplazamiento, más cubanos concluyen que no pueden esperar más.

Desde Madrid, alguien escribió hoy en un foro:

“Si la reforma no llega ahora, no llega nunca.”

Desde Hialeah, en un audio de seis minutos típico de tía cubana, se escuchó:

“Que me avisen cuando acaben de decidirse, porque uno no puede vivir con la economía cogida con un alfiler.”

Y desde La Habana, en la cola del pollo, una mujer comentó:

“Aplazan la reforma, pero la necesidad no la aplaza nadie.”


La visión crítica de AKubaa: el país no puede vivir eternamente del después

Desde AKubaa lo digo con claridad: el problema no es solo el aplazamiento. El problema es la cultura del aplazamiento. La lógica del parche. La falta de transparencia. La ausencia de una fecha firme. La incapacidad de reconocer que la economía cubana necesita un golpe de timón, no un nuevo ciclo de reuniones donde todos hablan, pero nada se mueve.

La tasa flotante nunca flotó. La unificación cambiaria nunca se concretó. Y el Programa Económico se queda flotando… como tantas otras cosas.

Un país no se construye con expectativas rotas. Se construye con decisiones. Y esas decisiones, cuando se trata de algo tan vital como el sistema cambiario cubano, no pueden seguir postergándose sin consecuencias reales para la gente de a pie.


La pregunta que duele, pero hay que hacer

¿Cómo puede un país avanzar si sus reformas más urgentes siempre están a un mes, a un trimestre, a un año más de distancia?.¿Hasta cuándo podremos vivir de anuncios sin aterrizaje?.¿Hasta cuándo el Gobierno seguirá pidiendo paciencia a un pueblo que ya agotó ese recurso hace décadas?. ¿Hasta cuándo la economía real seguirá dependiendo del dólar del vecino, del familiar en Miami, del paquete del extranjero?. Estas son las preguntas que deberían estar en la mesa del debate, no en el congelador.


Cierro con lo más importante: la invitación

Yo lo veo así, y tú, ¿cómo lo ves?.¿Crees que la reforma monetaria llegará en 2026?.¿O será una nueva vuelta en este mismo ciclo de espera infinita?. Quiero leerte, escucharte y saber qué piensa el cubano en Cuba, en Miami, en Madrid, en Monterrey, en Tampa o en Hialeah.

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