Los cubanos en Perú desmontan mitos y construyen futuro: la verdad que no te contaron.

Los cubanos en Perú desmontan mitos y construyen futuro: la verdad que no te contaron.

Desde que salí de la isla, supe que la vida tenía más piezas de las que me enseñaron. Y cuando recién llegué a Perú, dije: “Sabías que no es solo cambiar de país, es cambiar de mirada”. Hoy quiero compartir contigo mi historia —y la de muchos cubanos— de cómo tuvimos que pagar por la salud en nuestra patria con represión, con salarios que no alcanzaban para nada, con libertad coartada… y al mismo tiempo, cómo al llegar acá, a Perú, descubrimos lo que puede ser otra vida: de emprendimiento, de educación, de acogida. Soy Alex, y te llevo por este viaje.

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La factura invisible

Cuando aprendí a leer la vida en Cuba por sus grietas, entendí que aquello de “salud gratuita” era un eslogan bonito. Pero tarde o temprano, uno ve el costo: la represiónla falta de libertadlos salarios miserablesla escasez de insumoslos medicamentos que no llegan, los hospitales con equipos viejos. Y entonces dices: ¿sabías que pagar la salud no siempre aparece en el recibo, sino en los años que pierdes, en la angustia, en el silencio que hay que mantener?.

Hace poco escuché a un joven cubano, Leandro Hernández, en Perú, que contó cómo jamás le vacunaban en Cuba con normalidad, y que acá, al ir a un hospital de Lima, se asombró de recibir atención, insumos, organización. Esa diferencia me abrió los ojos: la salud en Cuba no era gratis, era condicionada. Y al llegar al extranjero entendí que podía haber otro escenario, otra narrativa.

Pero este artículo no es solo sobre lo que dejamos atrás. También es sobre lo que construimos al llegar: en Perú. Porque muchos cubanos encontramos una nueva aire, nuevas oportunidades, y sentido de gratitud para con quienes nos acogieron. Y sí, vamos a hablar de salud, pero también de emprendimiento, educación, acogida, lucha, esperanza. Todo enlazado.


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Parte I: desmontando el mito de la salud en Cuba

La frase que más resuena: “Los cubanos pagamos nuestra salud con represión, con falta de libertad, con salarios miserables toda nuestra vida, con falta de insumos, de medicamentos y de tecnología en nuestros hospitales.” Esa frase no se inventó: es la síntesis de miles de testimonios.

Salud que se cobra fuera del hospital

Cuando alguien afirma que “la salud es gratuita” —lo oímos tanto—, pregúntate: ¿gratis para quién?. ¿Gratis sin largas colas?. ¿Sin que tengas que llevar tus propias gasas, jeringas, antibiótico?. Leandro lo dijo: “En Cuba me costarían el salario entero de un profesional, en el mercado informal, porque el Estado no las tiene”. En ese “mercado informal” uno ve la doble vida del sistema: lo que se ve (el hospital, la promesa) y lo que no se ve (la espera, la falta, la compra fuera, la desesperanza).

Potencia médica… ¿para quién?

Sí, hay buenos médicos en Cuba. Como los hay en cualquier lado. Pero el sistema los asfixia: salarios mínimos, infraestructura deteriorada, equipos obsoletos. Las historias llegan: enfermeros que inyectan agua para después traficar medicamentos, instalaciones sin mantenimiento. Leandro lo afirmó. ¿No es esto una vergüenza para el discurso que vendieron? . Y aún más: las famosas brigadas médicas enviadas al extranjero. Les prometieron “solidaridad”. Lo que encontraron muchos profesionales fue: años fuera de casa, sin pasaporte, salario retenido, vigilancia. Y volvieron —o lo intentaron— con migajas. Ese modelo no era altruista —era utilitario, político, económico. Cuando descubriste esto, el mito se rompe.

Libertad como factura

“Represión, falta de libertad” no son adornos. Es la mordaza que sostiene el sistema. Porque cuando dependes para tu salud, para tu tratamiento, para tu atención, de un Estado que también te controla políticamente, pierdes dos cosas: la salud y la libertad. Y cuando aprendiste que para ser tratado necesitas más que un doctor —necesitas el sistema entero— entiendes que la “gratuita” no era tal: estaba condicionada.

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Parte II: empezar de nuevo en Perú — educación, emprendimiento, acogida

Y sin embargo —y te lo digo en primera persona—, no todo fue pérdida. Cuando crucé al otro lado y llegué a Perú, me encontré con un escenario distinto: con retos, sí —pero también con oportunidades. Aquí empieza la parte buena de este relato.

Educación: aprender, reinventarse

Muchos de nosotros salimos de Cuba con una formación digna, con ganas, con sueños. Pero vimos cómo esos sueños se quedaban atrapados en la red estatal, en la falta de recursos. Al llegar a Perú, descubrimos que la educación —formal o informal— puede abrir puertas. Cursos, idiomas, nuevas profesiones, emprendimientos paralelos. Un cubano en Lima me contó cómo empezó a tomar clases de marketing digital, mientras trabajaba de repartidor, y hoy tiene su propio negocio online. Se reinventa. Salió de “no vacunarme nunca” a “yo quiero vacunarme, aprender, crecer”. Y eso cambia la vida.

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Emprendimiento: manos que crean

Los cubanos en Perú tenemos alma de “sirvió como pude”. Tiramos con lo que tenemos: trabajo duro, ingenio, solidaridad. Desde un carrito de comida cubana hasta consultorías, de diseño gráfico a clases de español. Y Perú nos acogió para: trabajarcrecercontribuir. Leandro lo experimentó: recibió atención médica, se asombró de los insumos, del trato. Y dijo: “¡Cómo nos mintieron!”. Cuando empezamos de nuevo, entendimos que las oportunidades estaban allí. Y cuando descubriste que tú también puedes aportar —no solo recibir— entonces la memoria duele menos y la esperanza pesa más.

Acogida: agradecimiento sincero

Quiero dedicar un párrafo al pueblo peruano —que muchas veces no sale en las noticias de migración, que no siempre aparece como “bendición”. Pero la acogida existe. En los trámites, en los trabajos, en la convivencia.
Desde que llegué, sentí: “Ok, estoy lejos, pero puedo construir”. En mis clases de español (que doy para nuevos cubanos), muchos peruanos me preguntan “¿en qué puedo ayudarte?” y “¿cómo te va?”. Esa empatía no se paga, se agradece. Sabías que un país que recibe inmigrantes con ganas de trabajar es un país que está vivo. Perú lo demuestra.


Parte III: entre dos mundos — salud, libertad y futuro

Una cosa nunca cambia: la salud es una condición básica del vivir. Y aunque en Cuba la pagamos caro, en Perú la vivimos diferente. No perfecta, pero más humanamás abierta. Permíteme mostrarte cómo las dos partes del relato se conectan.

Comparación clara

  • En Cuba: hospital antiguo, falta de medicamentos, tecnología limitada, miedo político.
  • En Perú: clínica organizada, insumos disponibles, servicio al paciente, posibilidad de cambiar o elegir.
    Leandro lo dijo: “Me vacunaron, tuve reacción, sí; pero ¿sabías que nunca me vacunaron en Cuba? ¿Y que aquí el seguro lo cubrió todo?” Esa comparación duele, pero enseña.
    Y cuando aprendiste que la salud no puede depender del orgullo de tu país sino del compromiso hacia tu gente, entonces cambiamos el chip.

Libertad + salud = dignidad

Sin libertad profesional, sin salario digno, sin acceso, la salud es una promesa hueca. En Cuba vimos cómo muchos profesionales emigraban, cómo el sistema les ofrecía misiones largas, salarios bajos, control… y volvía con políticas encima.
En Perú, los cubanos estamos construyendo nuevas historias: doctores que estudian especialidades, emprendedores de salud, trabadores que saben que la salud es derecho y responsabilidad.
Y cuando descubriste que libertad y salud van de la mano, entonces la lucha se vuelve personal.

Gratitud que transforma

Desde AKubaa —y yo como Karla— queremos decir gracias a Perú, a quienes abren la puerta, a quienes nos permiten soñar. No es solo decir: “Gracias por aceptarnos”. Es reconocer: estamos aquí para contribuir. Para trabajar, para crear, para educar.
El agradecimiento no es pasivo: es motor. Es el “yo también voy a aportar”. Y eso cambia todo.


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Preguntas que invitan a reflexión

  • ¿Cuándo aprendiste que la salud gratuita no es solo ausencia de factura, sino calidad, tiempo, libertad y acceso?
  • ¿Sabías que al emigrar también puedes redibujar tu vida, tu profesión, tu dignidad?
  • ¿Cómo puedes tú, desde donde estés, apoyar a quienes recién llegan, con educación, con empatía, con oportunidades?
  • ¿Y si ves la gratitud como compromiso, no solo como agradecimiento, qué estarías dispuesto a hacer?

Opinión de los usuarios (más voces que suman)

  • “Al principio llegué sin saber por dónde empezar, pero en Lima encontré cursos, clases, apoyo… y hoy tengo mi pequeño negocio de repostería cubana.”
  • “Mi maestra peruana me dijo: ‘cuéntame tu historia, enséñame tu sabor’ —y ahora vendemos juntos empanadas y yuca frita en el mercado local.”
  • “Después de años de silencio, aquí puedo hablar, estudiar, crecer… y eso vale más que un título que no usé en casa.”

Estas voces no son titulares; son vidas que hacen que el relato valga.


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La visión de AKubaa

En AKubaa creemos que el exilio no es solo cerrar una puerta, es abrir otra. Que la saludla libertadla educaciónel emprendimiento no son lujos sino esenciales. Que los cubanos —dentro o fuera— merecemos dignidad, oportunidades, voces amplificadas. Y que los países que acogen, como Perú, merecen reconocimiento no solo por su geografía sino por su humanidad activa.


Plan de acción (sí, vamos juntos)

  1. Comparte tu historia —si eres cubano en el exilio, en Perú o en otro lugar— para visibilizar lo que pasa, lo que se construye.
  2. Apoya a los recién llegados —con idioma, con formación, con redes de emprendimiento.
  3. Exige estándares —ya sea en salud, en educación, en empleo— donde estemos; porque el cambio no espera.
  4. Sé agradecido sin quedarte en la gratitud pasiva —trabaja, aporta, enseña, crece.
  5. Suscríbete, comparte, amplifica estas voces. Porque la historia que se repite sin cuestionar merece ser transformada.

Cierre (y te dejo con esto)

La perla del Caribe la destruyeron y la convirtieron en parque temático de la izquierda mundial… dijo Leandro. Pero yo te digo: la perla del Caribe vive en sus hijos fuera también, en los que llegamos con melancolía, con ganas de trabajar, con orgullo herido, pero con la mirada al frente.

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Perú nos acogió, nos permitió reinventarnos, agradecemos con el sudor de cada día. Y ahora te pregunto: ¿Qué parte de tu historia estás dispuesto a reconstruir para que no solo la sobrevivas, sino la vivas? .Únete a la conversación, cuéntame ¿cuál es tu próximo paso?.

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